jueves, 10 de mayo de 2007

Amor, sexo y mariposas


Iba conduciendo tranquilamente por la collada de Bracons, haciendo zapping en la radio para encontrar una sintonía que estubiera bien a las 3 de la madrugada. En eso entre sintonía y sintonía me he tropezado con una declaración de un hombre de 40 años, ya vivido, que hacía una declaración de amor y sentía mariposas en el estómago. Así que hoy el escrito rá sobre eso, sobre mariposas en el estómago.


Retrocedamos un momento en el tiempo y recordemos cuando éramos más jóvenes, teníamos menos barriga, más pelo y éste, menos blanco. En esos tiempos donde nos creíamos dueños del tiempo y d todo. En ese tiempo fue cuando sentimos por primera vez mariposas en el estómago, cuando teníamos un plato delante y no teníamos apetito y si nos obligaban a comer lo hacíamos a desgana, cuando a todo decíamos sí, por que teníamos la mirada perdida en el horionte y no atendíamos a lo que la gente nos decía o preguntaba, respondiendo siempre con un sí que salí como un suspiro. Y es que sólo hacíamos eso, suspirábamos. Suspirábamos por ella, pensando en que estaría haciendo en ese momento, recordando sus ojos, su sonrisa, la forma de hablar todo. Y sobre todo pensando, pensando en: "¿Lo sabrá?"


Esa era la gran pregunta, esa y: "¿Le gusto?" Nuestro mundo nacía y moría con esas dos grandes preguntas, sin saber las respuestas y temiéndo conocérlas. Pues aunque podía ser el inicio de algo, de todo, de un mundo nuevo e inexplorado. También podía ser el final, el fin. Todo podía acabar sin haber empezado. Esa espectativa era peor que el no hacer nada y vivir con mariposas en el estómago cada vez que se acercaba para hablarnos, o cuando quedábamos los amigos para hacer algo y ella se sentaba al lado. Entonces sentías que esa silla podía volar, que no tocabas al suelo si ella estaba cerca, si ella te sonreía.


Pero con el paso del tiempo no puedes soportar más su presencia y te lo juegas, te juegas su amistad, todo y se lo dices. Y entonces: la gloria o la muerte. Si era la gloria se abría un mundo nuevo y tú querías explorarlo todo, saberlo tod, todo era nuevo. Los olores, las horas, las palabaras, la comida. Todo sabía diferente, como si nunca hubieras comido una tortilla de patatas y te sorprendiera su gusto medio salado.


Y ahora, con el paso de los años, ves que ese amor se ha dio, que han pasado otros y puede que pasen otro más si no se ha quedado el último, pero que no tienes la misma sensación, que es otra sensación, que estas mariposas ya no revolotean de la misma forma en el estómago. Y si, quieres a la que está a tu lado, pero de otra forma, ya es diferente, no como antes. No es por su culpa, el culpable eres tu, lo sabes. E intentas sentir como antes, pero ves que no puedes, que no es posible, que aquello no volverá y por más enamorado que estés sientes que no es lo mismo.


Quien sabe, puede que sólo el primero sea el amor verdadero y que los otros no sean más que anotaciones q pies de página para recordar lo que una vez nos hizo volar. Puede que el primer beso sea el verdadero y que su sabor lo recuerdes siempre, pero que nunca podrás volver a probar.



Y es que señores como dijo alguien: "Brindemos por el amor y sus fracasos, quizás podamos escoger nuestra derrota". Así que alcemos bien altas las copas y brindemos por esta derrota, quién sabe, quizás la próxima vez sea una victoria.

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